Wuhan y toda China adoptan nuevas medidas que parecen ser efectivas para controlar el virus y frenar su propagación.

Una de ellas es realizar inmediatamente test masivos donde surja algún brote, confinar las zonas afectadas y mantener en cuarentena a todos los contactos cercanos a los contagiados.

Otras medidas

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Otras son más de sentido común, como el continúo uso de las mascarillas, incluso en ciudades como Wuhan, que llevan desde mayo sin casos, los controles de temperatura en todos los lugares públicos o la necesidad de mostrar un código verde en las aplicaciones de salud del móvil para poder entrar a cualquier parte.

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China ha ido perfeccionando con el tiempo estas medidas y mejorando su capacidad de respuesta ante cualquier rebrote.

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¿Cómo se aplica el test?

Si se detecta un brote en algún lugar del territorio, se aisla toda su área, se rastrean todos los contactos cercanos de los contagiados y se les pone lo más pronto posible en cuarentena bajo observación médica.

Para descartar la posibilidad de que algún contagiado (sobre todo las que no han mostrado síntomas) y se hubiese desplazado a algún otro barrio de la ciudad, se hacen pruebas de ácido nucleico a millones de personas en otras partes.

Para este cribado masivo, los expertos suelen incorporar cinco o incluso diez muestras en un solo análisis de modo aleatorio. Si las muestras de un grupo dan positivo, se realizan de nuevo análisis a cada uno de sus integrantes.

Las pruebas que se hacen de modo obligatorio entre la población de una ciudad o una zona rural son gratuitas. 

Para quienes quieran hacérsela voluntariamente, el coste se sitúa en torno a unos 120 yuanes en Pekín (unos 15 euros) y 80 yuanes en Wuhan (10 euros).

Logistica de la prueba 

Por mucho que se analicen juntas cinco o diez muestras, hacerlo a millones en pocos días requiere un despliegue logístico formidable: se levantan centenares de carpas en varios puntos de la ciudad, junto a vehículos, estadios y otros lugares públicos para recoger las muestras y para analizarlas se emplean laboratorios móviles instalados en camiones, autobuses o incluso inflables.

Uno de esos laboratorios inflables, bautizados «huoyan» se empleó en Wuhan, donde en mayo, un mes después del fin del confinamiento, se detectó un rebrote con seis casos que llevó a analizar en diez días a sus 11 millones de habitantes.

En esas pruebas, en las que la ciudad gastó 900 millones de yuanes (114 millones de euros, 140 millones de dólares), se detectaron 300 casos asintomáticos, que fueron rápidamente aislados.

Rápidos confinamientos 

China aisla completamente las zonas donde aparece un brote, ya sea una comunidad de vecinos, un barrio, un distrito o una ciudad entera, como el caso de Shijiazhuang, capital de la provincia nororiental de Hebei -que rodea a Pekín- y también de 11 millones de habitantes, que fue cerrada y aislada mientras hacía test a todos ellos.

En un descampado de las afueras de Shijiazhuang también se ha construido hace poco en cinco días un enorme centro de cuarentena con capacidad para albergar y mantener bajo control médico a más de 4.000 contactos cercanos a los contagiados por el brote.

Fallas en la logistica 

Tras un rebrote a mediados de enero, Tonghua, donde viven medio millón de personas, fue confinada el pasado miércoles y muchos de sus residentes se encontraron con que no podían salir de casa y tampoco funcionaban las aplicaciones para pedir comida a domicilio.

Este domingo las autoridades locales pidieron disculpas a sus habitantes por los «problemas temporales» en la distribución de alimentos.

Paris es muy inseguro aun

Las medidas adoptadas por China para frenar la propagación del COVID-19

En Wuhan, donde todo comenzó, la mayoría de sus habitantes aprueban las medidas adoptadas por la ciudad para evitar nuevos casos, muy pocos se squitan la mascarilla y los códigos de salud y de temperatura son necesarios para entrar en cualquier establecimiento público.

Gen Yang, un joven wuhanés de 22 años que estudia cine en París, pasó el confinamiento de su ciudad natal en la capital francesa, pero decidió volverse en cuanto comprobó la forma de actuar de Francia contra el virus.

«Ahora Wuhan es casi segura, puedo caminar incluso sin mascarilla, pero en París es muy, muy peligroso fuera de casa. Estábamos muy preocupados».

A su juicio, en Francia el Gobierno «hace todo lo que puede» para controlar el virus, pero la gente misma «no hace caso”.

«Al principio fue muy duro, pero ahora el control es muy bueno»