Hay una corriente de mal gusto en el mundo, contraria a las bellas artes, pero que tiene un gran auge por la importancia económica que representa.
Es una imitación del arte, cargada de colores fuertes y chillantes.
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En la crónica de vida de nuestro Jefe de Información, Juan Ayón: “La cultura Kitsch, entre el mal gusto y lo fifí”.