Se observa que, con frecuencia, la Covid-19 causa una alteración en el olfato y el gusto. De hecho, se comprobó que puede afectar en un 85% al olfato y en un 88% al gusto, según varios estudios de reciente publicación, en los que se ha analizado este efecto en pacientes con Covid-19 en Irán, China, Francia, Italia, Estados Unidos, Bélgica e Inglaterra.

Los olores son un conjunto de elementos que forman una estructura, un compuesto que emitimos y percibimos desde el exterior. No podemos evitar oler, la única manera de evitarlo es tapándonos la nariz y la boca. De esa manera, no ingresa el aire ni las moléculas químicas llamadas sustancias odoríferas.
El olfato es el sentido más primitivo del ser humano. Pero, al ponernos de pie, la nariz se alejó del suelo, se amplió el horizonte y es en ese momento cuando comienzan a adquirir mayor protagonismo la vista y la audición.
La reacción de los olores es inmediata y puede causa placer o desagrado, pocas veces nos resulta indiferente. Esto ocurre porque, a lo largo de la evolución, los seres humanos aprendimos a relacionar los olores a sensaciones de atracción, como las flores, el ser amado, los perfumes u olores que te hacer reconocerlos o simplemente recordarlos, sensaciones de miedo e inseguridad o sensaciones de rechazo por el mal aroma.

Olfato y covid-19
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Las personas que no huelen a nada están privados del sentido del olfato no solo se encuentran en un mundo inodoro, sino que también les resulta insípido, porque tienen afectado el sabor, el cual que está dado en 80% por el olfato.
Las personas sin olfato ven afectada su psiquis, las relaciones interpersonales y las relaciones íntimas. Muchas sufren cuadros de depresión y frustración.
Oler aporta un conjunto de sensaciones, emociones, placeres que redundan en un estado de bienestar. En la actualidad, la covid-19 se apoderó de este sentido: hasta 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calculaba que 5% de la población mundial era anósmica. Con la pandemia por el SARS-CoV-2, este número aumentó sobremanera.
Los pacientes que están pasando por esta situación se preguntan ¿si la falta de olfato tiene tratamiento, si regresará y recuperará este sentido?. La buena noticia es que tiene tratamiento: el olfato se puede volver a entrenar y suele recuperarse luego de días o unas pocas semanas.
La covid-19 causa pérdida abrupta y súbita del sentido del olfato.
Hipótesis para comprender los mecanismos por los cuales se produce esta alteración:
1) El ingreso del virus causa una lesión en el receptor de la célula principal u olfatoria.
2) La célula sustentacular, que está próxima la célula principal, tiene receptores para ACE2. Estos son “anfitriones” del coronavirus, que tienen sensores y avisan sobre la llegada del ARN viral. Se dispara el interferón y así comienza el proceso inflamatorio: se activan las citocinas (la llamada “tormenta de citocinas”) y la inflamación pasa a las células principales, que se renuevan cada 45-60 días. El tercer tipo de células en el epitelio olfatorio son las células basales. Estas son células madre que crecen y reemplazan a las células principales. En este proceso, se mezclan las terminaciones nerviosas de unas y otras y, de esta manera, las señales que viajan por sus vías se confunden y la información llega de manera errática a los principales centros del olfato: así aparecen las alteraciones del olfato.
3) La tercera hipótesis plantea que el ingreso del coronavirus desencadena en las células madre una respuesta exagerada del sistema inmunológico, que causa la muerte de estas células (llamada “apoptosis”).
Alteraciones del olfato
Las alteraciones del olfato pueden afectan la calidad de los olores y afectan la cantidad. Las disomnias son alteraciones cualitativas del olfato. Entre ellas, se encuentra la parosmia, que es la alteración de los olores en su percepción. Por ejemplo, al beber café, se percibe otro olor, generalmente desagradable. Si se tiene en cuenta que el olfato aporta 80% del sabor, es lógico que este también se encuentre alterado.
Las fantosmias también son alteraciones en la percepción de la calidad del olor. Es la presencia de un olor ante un estímulo irreal. Es común que el paciente diga “me baño rápido porque siento que el agua tiene olor a podrido”. Otras fantosmias ocurren con olores agradables: la evocación de un olor relacionado con un evento afectivo “huelo a jazmín me hace recordar a mi madre, que ya no está” puede llevar a cuadros de depresión. Estas fantosmias son periféricas. Existen también fantosmias centrales, que son las que acompañan a enfermedades neurológicas. Por ejemplo, pueden aparecer como “auras odoríferas” y preceden a cuadros de migraña o de epilepsia.
Entre las alteraciones cuantitativas se encuentran la anosmia (falta absoluta de olfato), la hiposmia (disminución del olfato) y la hipersomnia (exacerbación del sentido del olfato). Las anosmias postvirales (luego de resfríos, gripes y catarros) son muy frecuentes: hay más de 200 virus que pueden lesionar la célula olfatoria del epitelio olfatorio. Las anosmias propiamente dichas pueden aparecer ante la presencia de traumatismos de cráneo y de tumores como los meningiomas o tumores del epitelio olfatorio, como el estesioneuroblatoma.
Las hiposmias pueden ser leves, moderadas o graves. Aparecen en presencia de enfermedades alérgicas (rinitis, sinusitis crónicas), enfermedades metabólicas (diabetes, hipotiroidismo), con algunos fármacos (quimioterápicos) y en personas con ocupaciones en las que se usan sustancias tóxicas, como odontología, bioquímica, destilerías, pinturerías y peluquerías, entre otras. La hipersomia se ve sobre todo en mujeres embarazadas, y es secundaria a las alteraciones hormonales. Es muy frecuente, sobre todo en las primeras etapas de la gestación y suele ir acompañada de náuseas y vómitos.
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El olfato es un sentido maravilloso importante e impactante. En estos tiempos de pandemia, nos toca aprender estos términos raros y complejos y saber que es posible recuperar el olfato normal con tratamiento y entrenamiento.

* Stella M. Cuevas, médica otorrinolaringóloga (MN 81701). Especialista en olfato y alergista. Ex presidente de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)